Amo la soledad, porque me recuerda a lo que ella no me pudo dar.
Amo tanto la soledad, porque me refleja lo que no entiendo como dar.
Amo tanto lo que no me pudo dar, que trato de buscar en aquel jarro que siempre veo por detrás.
La vida sin ciertos empujes, no es nada divina, no te dejes engañar.
Pero una vez me dijeron, que no se puede vivir del momento, ni se puede dejar todo por una sensación…
Y de nuevo la rutina, la flaca de capital, el pibe de ultramar, el jefe contando el dineral.
De nuevo la rutina, la flaca me pasa su celular, quedo en llamarla, el jefe me caga el recital.
Al menos ella, de aquel duro pasado, me daba el recreo, al menos ella, me sacaba de la rutina.
El problema con ella, es que no me llevaba a la cama y tampoco me daba el celular, ella solo golpeaba cuando se le antojaba el paladar…
A veces golpea, pero ya no respondo.
Y eso me deja tiezo, coartado y aburrido.
Pero ya no respondo.
Y eso a ella, la pone insasiable, molesta, golpeando cada tanto, buscando su viejo amor.
Y yo me quedo con la sensación en la mano, sin respuesta, tieso, aburrido.
Pero viviendo un tramo más.
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