La primera vez que te vi.
Te conocí en el café y el brillo detrás de tu oreja fue el pretexto perfecto para acercarme.
Te conocí en el medio del caos, en medio del torbellino, en el medio del todo, y en ese todo, vos y en vos, yo.
Te acercaste, te dejé, me invitaste, accedi.
Te dejaste besar y te puse mi música.
No tuviste miedo, no dudaste, no te importo de donde, por cuanto y para donde, solo querías mi sonrisa un rato más.
Y yo, perdido en el umbral de tu hablar, en tus ojos verdes y tu sonrisa sin igual, me dejé llevar.
Yo con miedos. si, pues herido uno tiembla o se defiende, que es masomenos la misma cosa, la misma moneda.
Pero esta vez, yo quería quererla, esta vez, yo tenía las condiciones para amar y dar.
Y ella que con todo su amor y su aventura, su soltura, sus experiencias y sus ganas de vivir, me invitaron a seguirla.
Que ahora de repente, me encuentro con todo resuelto y con una maleta más para armar y partir.
Quizás ya sea mi ultimo partir solo, para ahora dar lugar al verdadero partir, que es el caminar sin mirar ya solo mi sombra, pues ahora ella tendrá con quien ir, con quien salir a jugar, con quien volver a dormir y despertar.
Quizas despues de todo, lo que le faltaba a esta vida, errática-caótica, pero hermosa que decidí vivirla, era que al salir y respirar un día más, al ir por el café, al ver el atardecer
al viajar, al conocer, al llorar, al comer, al simplemente vivir, era dar una chance más al amor.
Al correr juntos, al crecer juntos, al caer juntos, pero después de todo, al que mi sombra, hoy ya no quiere bailar mas sola, quiere bailar con aquella chica de sonrisa esporádica, de ojos lindos y de una ilusión por amar y vivir que te cautiva, que le apasiona y que te hace decir que hoy, en febrero y dentro de años, la volvería a elegir.
Gracias por ir por aquel café, aquella tarde.

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